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2 abr 2009

La muerte de Alfonsín: La casa está en orden

Por Matías Benítez


El análisis y la importancia de las noticias es una de las primeras cosas que hay que tener en claro cuando uno ejerce el rol de periodista. Obviamente ese conocimiento ayuda a categorizar la información en orden de prioridad: no es lo mismo entrevistar a la presidenta que entrevistar a un diputado o entrevistar a un taxista.
Las diferencias más notorias se encuentran cuando uno presencia un hecho realmente trascendente, como fue la muerte del ex presidente Raúl Alfonsín. El hecho es bien claro, la muerte del primer presidente democrático luego de la última dictadura militar, la importancia no solo por haber sido presiente elegido por el voto, sino de haber reestablecido un mediano orden en aquellos años de desorden. A pesar de las diferencias ideológicas y metodologiítas en algunos aspectos de su gestión, hay que tener muy en cuenta el contexto histórico. Es muy fácil hablar de las cosas que se hicieron mal varios años después.
Sin desviarme demasiado del punto; este tipo de hechos son los que no forman parte de la cotidianeidad de los pasillos de algún recinto, o de algún teatro. Este tipo de hechos son los que trascienden a las generaciones y son los que se escribirán en los libros de historia durante la eternidad.
Haber presenciado un momento histórico me hace dar cuenta de la tarea de los periodistas, de la importancia y del valor testimonial de todos. Desde las personas que hacían cola durante horas para pasar a despedirse del cuerpo, hasta los allegados a Alfonsín que, entristecidos, paseaban por los salones. Sin perder también de vista a los oportunistas que aprovechan para hacer campaña.
Es un momento histórico del cuál voy a poder decir que estuve en ese lugar y, por qué no, decir que fui un testigo privilegiado de un acontecimiento del cual se hablara y se escribirá muchísimo. No quería perder la oportunidad de escribir unas líneas aunque sea para desahogar el sentimiento agridulce que tengo dentro de mí.

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